El Presidente Bush acusó a las compañías petroleras en EE.UU. de manipular (en inglés, price gouging) el precio del gas e inició investigaciones, es cierto, en respuesta a presiones. El problema son, ahora, las prácticas anti-competitivas antes que la oferta y la demanda. ¿Les suena familiar?
Glenn Hubbard resumió las objeciones ortodoxas y concluyó:
"Pero hay una antídoto a los precios altos. La respuesta es: precios altos. Los precios altos incentivan la conservación en el lado de la demanda. Y también incentivan el desarrollo de nuevas reservas de gas, y muy importante, de fuentes de energía alternativa, en el lado de la oferta" ("But there is an antidote to high prices. The answer is: high prices. High prices encourage conservation on the demand side. They also encourage the development of new oil reserves — and, importantly, alternative energy sources — on the supply side.")
¿Ahora los chantanoskys y los sartanas nos van a decir que Bush es de izquierda? La verdad es que cuando las papas queman, todos los políticos reaccionan igual. La racionalidad económica, despojada de consideraciones sociales y políticas (en el buen sentido del término "políticas"), no se lleva bien con la urgencia.
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