lunes, 26 de diciembre de 2005

Progresismo del tercer mundo es PRO-gresismo de cuarta

Imagino que la tribu en extinción (nunca multitud) que lee este blog sabe de mi cansancio moral con el progresismo de Página 12. Me alegra saber que no estoy solo. Lean el inteligente y divertido post de Hernanii.net (no tengo la menor idea de quien es el autor).

La (in)moralidad de la guerra

Escribió Tim O'Brien en The Things They Carried:

“A true war story is never moral. It does not instruct, nor encourage virtue, not suggest models of proper human behavior, nor restrain men from doing the things they have always done. If a story seems moral, do not believe it. If at the end of a war story you feel uplifted, or if you feel that some small bit of rectittude has been salvaged from the larger waste, they you have been made the victim of a very old and terrible lie.”

Que, en mi pobre traducción, se leería algo así como:

"Una auténtica historia de guerra nunca es moral. No instruye, ni alienta la virtud, ni sugiere modelos de comportamiento, ni impide que los hombres hagan las cosas que siempre hicieron. Si una historia de guerra parece moral, no la creáis. Si al final de una historia de guerra te sientes ennoblecido, o si crees que alguna pequeña dosis de rectitud fue rescatada de un desperdicio mayor, entonces has sido la víctima de una mentira muy vieja y terrible”.

sábado, 24 de diciembre de 2005

Sutil

Sandra Russo escribió una bonita contratapa en Página/12 explicando la dificultad que tenemos los "agnósticos, ateos o creyentes heterodoxos" para convivir con la alegría navideña. A la lista me gustaría agregar a los cínicos y a los miserables, conjuntos cuya intersección dista de ser el conjunto vacío.

Más sutil hubiera sido que Russo simplemente recomendara el cuento de Truman Capote "Una Navidad" que allí cita. Pero los periódicos, como la naturaleza, aborrecen el vacío.

Los blogs, en cambio, nos preciamos de nuestra brevedad (que esconde limitaciones más severas claro). Así que, lean el cuento.

viernes, 23 de diciembre de 2005

Genuflexos

Hoy, en un excelente reportaje radial, Maximiliano Montenegro destruyó a Agustín Rossi, el presidente de la bancada kirchnerista en Diputados.

Montenegro le preguntó porque el gobierno solicitó una vez más la emergencia económica cuando había prometido que no lo iba a hacer. Más aun, el proyecto de ley original no contemplaba la emergencia más que para las renegociaciones de contratos (léase "la caja"). Rossi respondió que era para poner a salvo los bienes de la Argentina frente a eventuales reclamos de acreedores extranjeros. Montenegro le objetó, con buen tino, que la ley argentina poco importa en las decisiones de los magistrados en los tribunales de, por ejemplo, Nueva York que es donde los extranjeros suelen interponer sus reclamos. Rossi no respondió. Refutado su argumento, se calló.

Luego, Montenegro criticó el que se haya aprobado un presupuesto con pagos al FMI cuando sabido es que vamos a precancelar. Es decir que el gobiernos se va a quedar con una autorización de gastos por aproximadamente USD 1600 millones para una erogación que ya va a haber sido realizada. Rossi respondió que el dinero asignado no podía ser utilizado para otra cosa. A lo que Montenegro una vez más le objetó que no es cierto ya que, merced a los superpoderes, el Jefe de Gabine reasigna partidas presupuestarias con simples decisiones administrativas todos los días. Rossi se calló.

Evidentemente a Rossi no le gusta insistir en la mentira. Frente a la evidencia prefiere el silencio vergonzante. O, tal vez, le importa un comino lo que piense la opinión pública de sus débiles defensas de las de por si indefendibles decisiones del gobierno.

Una vez más, la obediencia debida que tanto daño le hizo al país en el pasado.

jueves, 15 de diciembre de 2005

La inflación: ¿viejos o nuevos fantasmas?

Para los que creen que este no es un blog serio.

Una vez más en la historia contemporánea argentina, la inflación pasa a ser parte del debate luego de más de una década de no ser considerada un problema (¡inclusive en los cursos de economía el estudio de la inflación dejó su lugar al desempleo!). Sin embargo, la inflación actual es diferente a la que azotó a la economía argentina en décadas pasadas así que vale la pena revisar el debate más importante dividiéndolo en: 1) las causas de la aceleración de la inflación y 2) las políticas anti-inflacionarias.

Las causas de la inflación. El fenómeno inflacionario en Argentina tiene causas múltiples. Primero, hay inflación de demanda ya que la demanda interna (consumo privado y público, e inversión) está creciendo a más del 10% interanual y, aunque la oferta crece a tasas altas aunque algo menores, el exceso de capacidad instalada es mucho menor al de años anteriores (y algunos sectores están operando al tope). Segundo, hay inflación de costos como consecuencia de la suba en salarios, energía e impuestos y el consiguiente intento de las empresas por preservar el margen de beneficios. En lo que va del año, el salario de los trabajadores registrados aumentó alrededor del 20%, el doble que la inflación, lo que implica un aumento real del 10%. La energía a los grandes usuarios también aumentó en forma importante. Finalmente, la prohibición de ajustar los estados financieros por inflación hace que la suba de precios implique también el cobro de mayores impuestos y hasta que se confisque patrimonio de las empresas. Tercero, hay ajuste de precios relativos (la primera explicación ensayada por el ex ministro Lavagna) ya que, como se sabe, a la salida de una maxi devaluación los precios de los servicios (los bienes no comercializables) ajustan mucho más lentamente. Finalmente, hay inflación importada a través del precio de los bienes comercializables cuya demanda externa aumentó sensiblemente como la carne o la leche.

Hay que decir que la emisión monetaria no genera inflación. El banco central emite pesos (o deuda) para comprar dólares y en ese proceso aumentan sus pasivos pero también sus activos. En principio, lo mismo ocurría en la convertibilidad donde, en forma pasiva, la autoridad monetaria compraba todos los dólares que el mercado quisiera venderla y emitía pesos a cambio. Hoy, la inflación tiene origen en las decisiones reales de las empresas y las familias de vender dólares a cambio de pesos con el fin de consumir e invertir. En todo caso, el banco central convalida la demanda. ¿Por qué en la convertibilidad no había inflación? Porque la existencia de un peso caro favorecía las importaciones que funcionaban como un techo a los precios de los bienes comercializables.

El proceso inflacionario en curso no se parece al que sufrió Argentina durante décadas pasadas por varias razones esenciales. Primero, hasta aquí la inflación moderada no tuvo consecuencias en términos de crecimiento ya que el alza de precios triplicó su ritmo en tres años mientras que el nivel de actividad creció en forma sostenida al 9% anual. Segundo, no hay en esta coyuntura trazos de la aritmética monetarista desagradable por la que se emite deuda para financiar el déficit público y luego esta deuda, al no poder servirse con recursos genuinos, tiene que monetizarse. Y, ya se dijo, tampoco se emiten pesos sin respaldo. Tercero, la inflación mejora las cuentas públicas debido a que la recaudación aumenta aproximadamente a la par del crecimiento de la economía en términos nominal (el crecimiento real más el aumento de precios) exactamente lo contrario de lo que ocurría en la historia argentina donde la inflación, en cambio, era causa y consecuencia de crisis fiscales profundas. Es decir que resulta claro que a los niveles actuales todavía no existe un trade-off entre inflación y crecimiento. La primera pregunta relevante es ¿a qué niveles de inflación reaparece este trade-off?

La respuesta, aunque vale intentarla, es provisoria. Los estudios econométricos a través del tiempo y entre países sugieren que la inflación tolerable más alta está en un rango de 8% al 11% y luego, a medida que sube, el crecimiento tiende a ser menor. El comportamiento actual de la economía sugiere que el rango tolerable en Argentina es mayor. Otra alternativa es estudiar a países parecidos: el milagro chileno, por ejemplo, ocurrió a tasas de inflación altas ya que el promedio de inflación anual en Chile para la década 1980-1990 fue de casi el 20% y de hecho la inflación no bajo de los dos dígitos de crecimiento sino hasta el año 1995. Curiosamente, una de las explicaciones del éxito chileno es uno de los cucos en el caso argentino: la economía del país trasandino se indexó exitosamente a la inflación lo que evitó, entre otras cosas, que los capitales se fugaran ya que no sufrieron las pérdidas de capitales como consecuencia de tasas de interés reales negativas.

Otra razón que sugiere que la economía argentina tolera niveles más altos de inflación sin consecuencias sobre el crecimiento tiene que ver con las consecuencias negativas de la inflación. Ya se dijo, ahora las cuentas públicas mejoran a la par del aumento de precios. En la historia argentina, la inflación era muy dañina también por el proceso de acortamiento de los contratos que se producía. Pero, la economía sufrió una crisis profunda en la cual prácticamente desaparecieron los contratos de mediano y largo plazo (que en los años noventa se fijaban en dólares) hace apenas cuatro años. Es razonable conjeturar que ¡la inflación actual no tiene demasiados contratos que dañar! Y es por eso que no está afectando el crecimiento. Que la fiebre le permita al paciente llevar una vida normal no significa que uno no deba estar atento, sobre todo si el paciente tiene antecedentes. Así que hay que discutir las posibles decisiones de política anti-inflacionaria.

Combatiendo a la inflación. De las causas de la inflación hay que pensar la posibilidad y necesidad de las curas. El crecimiento de la demanda puede morigerarse, si se desea, mediante políticas macroeconómicas. Típicamente, la política monetaria y la política fiscal. Por ejemplo, la suba de las tasas de interés desacelera el consumo y promueve el ahorro. O el aumento de los impuestos o la un crecimiento menor en el gasto. Todas recomendaciones de libro de texto. Aunque la realidad de un país chico y abierto al movimiento de capitales complica las cosas: una suba en la tasa de interés puede terminar atrayendo capitales e impedir que la economía se desacelere y, a la vez, hacer más difícil sostener el tipo de cambio competitivo. Esa y no otra fue la política anti-inflacionaria de Brasil que subió fuertemente las tasas, entraron capitales, se apreció fuertemente el real y se desinfló el precio de los bienes comercializables. Hay que destacar que Brasil desinfló las expectativas sin consecuencias en la actividad económica ya que el trabajo sucio lo hizo la apreciación de la moneda (y recién ahora empieza a sentir la pérdida de competitividad). Para el gobierno argentino, el tipo de cambio competitivo, que promueve la creación de empleo, es una política esencial ya que, en su interpretación, la restricción social que plantea la crisis profunda por la que todavía se transita sólo se resuelve en forma permanente creando puestos de trabajo. Una política fiscal contractiva plantea también problemas distributivos ya que convalida la demanda de los sectores con mayor ingreso o riqueza a la vez reduciendo el gasto social.

Hasta la salida de Lavagna, la estrategia del gobierno se orientaba en la dirección de desacelerar el crecimiento del gasto primario y el circulante que están creciendo más del 20% este año lo que significa a una velocidad igual o mayor que el PBI nominal. Si se recortaba a la mitad la tasa de crecimiento de ambas variables, por debajo del aumento del PBI nominal, la política era neutral o incluso marginalmente contractiva. No se trataba de frenar la economía sino, en todo caso, de no seguir agregando leña al fuego de una demanda creciendo a dos dígitos. En todo caso, el objetivo no era disminuir la inflación sino contenerla en los niveles actuales. Queda aun abierta la cuestión de si la nueva conducción va a mantener aquellos lineamientos.

La orientación del gobierno ahora parece haber pasado de la macro a la micro. Los acuerdos de precios (inaugurados con el ex ministro Lavagna), la liga de seguimiento de precios y el énfasis en los mecanismos de defensa de la competencia no pueden seriamente considerarse una política anti-inflacionaria. La fiscalización descentralizada de los precios o las leyes antitrust no tienen antecedentes ni en la teoría ni en la práctica anti-inflacionaria. Los acuerdos, en la propia experiencia argentina, duran poco. La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno macroeconómico.

Además de buscar reformular el proceso de fijación de precios, la conducción Kirchner – Miceli plantea una parte de la solución en el aumento de la inversión y, por lo tanto, de la oferta. Hay dos problemas con esto. El factor tiempo es el primero ya que el aumento de productividad y/o de oferta que resulta de la maduración de las inversiones no tiene lugar inmediatamente. Además, no es claro porque la inversión en bienes comercializables, cuyo precio viene determinado por el precio internacional, va a reducir la inflación. En todo caso, estos sectores venderán más al exterior a los precios vigentes. Otra cosa sería aumentar la inversión en infraestructura pero esto depende en parte de decisiones de aumentos de tarifas que el gobierno no va a tomar ya que, además de costo político, tienen impacto negativo inmediato en la inflación.

Es decir que la economía argentina va a convivir en los próximos años con una inflación alta. Tal vez incluso llegue a testar el nivel de inflación a partir del cual el crecimiento (y por lo tanto el capital político del gobierno) empieza a verse afectado. Será ese límite si se alcanza, y no otro, el que lleve al gobierno a cambiar de rumbo e implementar políticas anti-inflacionarias más típicas.

viernes, 9 de diciembre de 2005

Que se vaya Bielsa

¿Vale la pena ensayar una opinión más sobre el affaire Bielsa? Probablemente no pero quienes tenemos blogs padecemos de cierta (mucha) incontinencia verbal y la sensación de que nuestra opinión le interesa (o debería interesarle) a todo el mundo.

La historia es harto conocida. El tipo fue candidato a diputado y durante la campaña se cansó de decir que iba a asumir y que lo contrario era una defraudación moral. A poco de asumir, el tipo efectivamente nos defraudó ya que decidió, como Manuelita, irse a París. Su explicación fue que lo hacia por la Patria y por el Presidente, vaya a saber uno en que orden.

Primera inconsistencia, la falacia de la autoridad. Bielsa sabía que no asumir e irse como embajador era una enorme defraudación al pueblo pero no podía negarse al pedido del Presidente. OK. Lo acepto. ¡Entonces el que estaba defraudando al pueblo era el Presidente! ¿Por qué Bielsa le hace caso a un tipo que defrauda el pueblo? La falacia de la autoridad es obediencia debida (¿u obediencia a De Vido?). Me hubiera gustado que Bielsa pensara por sí mismo.

Ahora Bielsa decide dar marcha atrás y asumir como diputado por el clamor popular. Según dice, quiere caminar por la calle con la frente alta.

Segunda inconsistencia, suponer que la gente quiere que asuma como diputado. ¿Cómo lo sabe? El Bielsa diputado-panqueque no es el mismo Bielsa candidato-a-diputado que la gente votó. Bielsa diputado-si-lo-dejan es un tipo que cedió a la tentación. Es cierto, que rápidamente se recompuso pero ya no es el mismo. ¿Por qué supone que la gente lo quiere igual?

Mi opinión es simple: este Bielsa es otro y no me gusta. Que se vaya a su casa.

lunes, 5 de diciembre de 2005

Parecido: Kichner y Chavez

¿En qué se parecen Kichner y Chavez? En que los dos son Presidentes con menos del 25% de los votos.

domingo, 4 de diciembre de 2005

Página 12: Periodistas genuflexos




Que Página 12 es hoy un house organ (también llamado el "boletín oficial") no se duda. Un ejemplo en las formas es la manera en la que llaman a algunos K. Obviamente el caso paradigmático es la Senadora Cristina Fernández de Kirchner a la que los periodistas del diario insisten en mencionar como CFK como si el parecido con JFK la convirtiera automáticamente en una estadista. El último intento en esta línea es el del periodista Horacio "Perro" (aunque debería ser "Carnero") Verbitsky quien hoy comenzó a llamarla Anjélica Huston. Todavía recuerdo el papel de la Huston en El Honor de los Prizzi y toda asociació con la mafia hay que agradecérsela al Perro-Carnero Verbitsky.

viernes, 25 de noviembre de 2005

Cristal clear

Cuenta Ambito Financiero que dijo hoy Alberto Fernández:

"Si bien la autoridad monteria hace proyecciones con respecto a la inflacion (...) que esto sea expresado en un foro como Idea, como una propuesta formal para el 2006, es como que no hay intención de hacer todo lo contrario, es decir para aportar, para morigerar esto".

Claro como el agua.

sábado, 19 de noviembre de 2005

Escape

No es mi estilo postear estas cosas pero este video es muy tentador.

jueves, 10 de noviembre de 2005

Tortura

Que los EE.UU. están promoviendo la tortura de prisioneros sospechados de terroristas a esta altura no quedan dudas. Las discusiones ya son abiertas y sistemáticas como se ve, por ejemplo, este debate abierto que tuvo lugar en la Brookings. Incluso hasta los amigos conservadores de Bush, como The Economist, entienden con razón y humanidad que torturar es inmoral y no debería hacerse (a pesar de los dilemas morales del Dr. Mariano Grondona).

En un reporte de prensa de la Casa Blanca se transcribe una conferencia de prensa en Panamá donde a Bush le preguntaron:

Mr. President, there has been a bit of an international outcry over reports of secret U.S. prisons in Europe for terrorism suspects. Will you let the Red Cross have access to them? And do you agree with Vice President Cheney that the CIA should be exempt from legislation to ban torture?

La respuesta no tiene desperdicio:

PRESIDENT BUSH: Our country is at war, and our government has the obligation to protect the American people. The executive branch has the obligation to protect the American people; the legislative branch has the obligation to protect the American people. And we are aggressively doing that. We are finding terrorists and bringing them to justice. We are gathering information about where the terrorists may be hiding. We are trying to disrupt their plots and plans. Anything we do to that effort, to that end, in this effort, any activity we conduct, is within the law. We do not torture.

And, therefore, we're working with Congress to make sure that as we go forward, we make it possible -- more possible to do our job. There's an enemy that lurks and plots and plans, and wants to hurt America again. And so, you bet, we'll aggressively pursue them. But we will do so under the law. And that's why you're seeing members of my administration go and brief the Congress. We want to work together in this matter. We -- all of us have an obligation, and
it's a solemn obligation and a solemn responsibility. And I'm confident that when people see the facts, that they'll recognize that we've -- they've got more work to do, and that we must protect ourselves in a way that is lawful.

La conferencia de prensa terminó allí, por supuesto.

domingo, 6 de noviembre de 2005

¿Los qué saben o buenas intenciones + ambiciones políticas?

En el número de hoy del Diario Perfil se extractan algunas páginas del libro SIN ATAJOS de Javier González Fraga y Martín Lousteau. A continuación reproduzco la nota (larga) y, al final, hago un par de comentarios (cortos).

La inflación fue el gran drama de la economía argentina desde mediados del siglo XX y culminó con los períodos hiperinflacionarios de finales de los ochenta y principios de los noventa. Precisamente fue esta historia inflacionaria la que preparó el terreno para la implementación de los distintos planes "mágicos" (la tablita de Martínez de Hoz, el Plan Austral o la convertibilidad), con la justificación de tener que frenar de raíz las expectativas inflacionarias a través de la fijación del tipo de cambio nominal.

Más allá del uso doméstico de la palabra ortodoxia, debe destacarse que la verdadera receta ortodoxa para combatir la inflación no es de naturaleza cambiaría sino fiscal, evitando los déficit excesivos; monetaria, a través de un Banco Central que no genere expansión monetaria sin demanda, y regulatoria, con una apertura razonable al comercio internacional y una adecuada desregulación de los mercados internos que garantice la competencia. Esta combinación de políticas económicas fue ganando adeptos en casi todo el mundo durante las últimas décadas y, con diferentes matices, también tuvo una amplia aplicación en América latina. Consistentemente con ello y otros elementos adicionales, la derrota de la inflación se transformó en uno de los fenómenos económicos a escala mundial que marcaron la década pasada.

Cuando estas condiciones básicas no se dan y se genera un proceso inflacionario aparecen los llamados "mecanismos de propagación", que terminan acelerándola y perpetuándola. Entre ellos se cuentan los mecanismos de indexación, los aumentos de precios "preventivos" de nuevos ajustes de costos y las carreras entre aumentos de precios, tarifas y salarios. Esta inflación de "expectativas" es la que se trataba de extirpar mediante aquellos planes efectistas que pretendían, usando el ancla cambiaría, alterar la psicología y el comportamiento de los agentes económicos. Sin embargo, al no atacar de raíz el flagelo, sólo se lograba moderar la inercia inflacionaria de forma meramente temporaria.

En la actualidad, la economía argentina presenta características que hacen muy difícil la posibilidad de experimentar un pico inflacionario de la magnitud desplegada en tiempos pasados. Existe un nivel de apertura comercial que era desconocido en épocas anteriores y un equilibrio fiscal también inédito. El Banco Central ya no es un factor de expansión monetaria autónoma como en los días de los encajes ban-carios retribuidos y del tristemente célebre déficit "cuasi fiscal", ni ha habido cierres de bancos con garantías de depósitos que provoquen olas de expansión monetaria como en los ochenta.

No obstante, resulta relevante analizar con detalle la evolución reciente que han tenido los precios. Si bien los años 2003 y 2004 mostraron una inflación muy moderada, el primer trimestre de 2005 trajo consigo cierta aceleración en materia de precios. Por las condiciones reinantes, ello no justifica ningún temor a posibles espirales o desbordes inflacionarios. Pero en vista del pasado argentino, se trata de un tema que merece ser mirado con especial atención. No sólo porque las altas tasas de inflación fueron las que llevaron a la adopción de planes quiméricos sino por los perniciosos efectos macroeconómicos de la inflación y los graves costos en materia social que generan.

La comprensión del proceso inflacionario resulta, por estos motivos, una cuestión central. Así lo es también en todas las economías modernas. Una inflación moderada que no resulte un escollo para las decisiones cotidianas y los planes futuros es una de las contribuciones fundamentales de la política económica para el desarrollo. En el caso argentino, el objetivo de tasa de inflación debe tener en cuenta tanto las circunstancias económicas históricas, ya que somos particularmente sensibles a ellas, así como también las actuales, lo que se traduce en el múltiple compromiso de contener los precios, mantener la competitividad y atender las necesidades fiscales. La tasa de inflación se transforma en un punto nodal en el que confluyen elementos como el valor real de los salarios y la distribución del ingreso, el tipo de cambio real, el gasto público real, el peso de la deuda ajustada por CER y los recursos fiscales.

[...] Es importante recordar que lo que realmente importa en términos de la competitividad de un país es su tipo de cambio real multilateral. Es por ello que los esfuerzos tendientes a sostener el valor del dólar, en un contexto en el cual dicha moneda se aprecia con respecto a las otras divisas, genera una depreciación innecesaria del peso que contribuye al alza de los precios. Esto ocurre tanto por los mayores costos que implica para los insumos importados como por la posibilidad de vender en el exterior en condiciones muy ventajosas, lo que en un ambiente de exceso de demanda conlleva cierta traslación a precios internos de esos precios externos.

Todas estas presiones inflacionarias, que es lógico que surjan a partir del cambio estructural que tuvo lugar, fueron convalidadas por el BCRA a través de una mayor expansión monetaria. La misma estuvo explicada por dos elementos muy importantes. En una primera etapa, con una incipiente salida de la recesión y un sistema financiero fuertemente golpeado, el aumento en la oferta monetaria tuvo que ver con el incremento que se verificaba en la demanda de dinero y con la necesidad de generar liquidez para no ahogar el crecimiento que se insinuaba.

Más recientemente, la expansión se halla relacionada con los esfuerzos realizados en pos de evitar la apreciación del peso a través de la compra de dólares.
No obstante lo anterior, sería un error grave considerar que el origen de la inflación es fundamentalmente monetario. Todo proceso inflacionario contiene necesariamente un componente de carácter monetario, pero en este caso se trata de una convalidación de otras presiones alcistas a través de la liquidez. Por ello, siendo la inflación un proceso de múltiples orígenes, debería evitarse que la lucha antiinflacionaria recaiga fundamentalmente en el BCRA utilizándose, en cambio, una batería de herramientas distintas.

Si la autoridad monetaria intentara secar el mercado subiendo las tasas de interés no lograría frenar el proceso inflacionario. El aumento de las tasas de interés es un recurso antiinflacionario que funciona bien en los países desarrollados, donde el endeuda miento privado es muy amplio y también la tenencia de bonos y activos financieros cuyos precios caen al subir las tasas, con lo que el efecto riqueza derivado de los cambios en la tasa afecta a la demanda agregada. En países como el nuestro, con un sistema financiero y un mercado de capitales poco profundo, ha cen falta enormes incrementos de las tasas de interés para que tengan efectos sobre la tasa de inflación. Lo que ha pasado recientemente en Brasil ilustra en forma clara este punto. Entre octubre de 2004 y mar zo de 2005, la Reserva Federal en los Estados Unidos elevó la tasa de referencia, que era ne gativa en términos reales, en cien puntos básicos (de 1,75% a 2,75%) con el propósito de moderar el crecimiento eco nómico. En contraposición, el país vecino incrementó su tasa de referencia Selic, cercana al 10% en términos reales, unos 300 p.b. (de 16,23% a 19,25%); es decir, tres veces más, con el fin de reducir el ritmo de aumento de los precios pero corriendo el riesgo de abortar el proceso de reactivación que recién había comenzado en el año 2004.

Un aumento de esas características en las tasas de interés en la Argentina tendría dos efectos muy negativos: generar las condiciones para que lleguen al país más capitales especulativos y abortar el proceso de aumento de la inversión real que se viene dando desde hace dos años. Se crearía así un círculo vicioso: tasas de interés más altas para neutralizar los pesos que se generan por la entrada de capitales golondrina y que es necesario emitir debido al objetivo de mantener un tipo de cambio competitivo. Nada constituiría una mejor noticia para el especulador financiero que el BCRA defienda a ultranza un valor piso para e: dólar y que, al mismo tiempo, se eleven las tasas de interés.

Ello no quiere decir que las tasas no deban subir Luego de la crisis vivida, diversos motivos amerita ban una tasa de interés real negativa. Sin embargo, a medida que la economía se recupera y que muchos de esos considerandos originales desaparecen, re sulta lógico y deseable -ya que incentiva el ahorre interno- que la tasa se eleve siempre que se man tenga en niveles reales razonables. Esto debe ocurrii naturalmente, como resultado de la acción privad; y no del BCRA, a medida que la demanda de diñen se normaliza y lleva a una moderación del ritmo de expansión monetaria. El peso de la lucha antiinflacionaria debería pasar por carriles diversos. No caer en indulgencia monetaria es uno de ellos, a los efectos de no convalidar en forma pasiva el efecto del resto de las fuerzas en juego. Paralelamente, una leve apreciación nominal del peso, manteniendo siempre niveles reales competitivos, serviría para que no se trasladen a costos y precios internos niveles externos elevados en forma artificial. Una adecuada política fiscal también es importante para no recalentar la economía.

Las tareas de defensa de la competencia en aquellos sectores en que existe poder de mercado también resulta clave. Es un buen momento para cumplir con la letra de la ley y llamar a la constitución de un tribunal independiente y profesional de defensa de la competencia, que entienda la relevancia de la tarea a cumplir. Pero la inflación actual también se explica por un defecto de falta de oferta. Desde una perspectiva de largo plazo, la inflación de una economía con elevado desempleo y una precaria situación social no se explica por un exceso de demanda sino por una oferta insuficiente. Es por ello que entre las principales medidas a tomar se cuentan el incentivo a la inversión. A mediano plazo, nada puede ser más efectivo que lograr que las empresas que están en los sectores "recalentados" inviertan para ampliar la capacidad instalada. Estas grandes empresas, algunas nacionales pero muchas extranjeras, están en condiciones de invertir y ello les generaría mayores ganancias que subir los precios manteniendo el volumen actual. Algunas de estas empresas no invertían en los años anteriores porque previamente tenían que reestructurar sus pasivos en dólares y otras, extranjeras en su mayoría, porque el país se encontraba en defau.lt. Hoy estas trabas prácticamente se han eliminado. Sin embargo, algunas de ellas tienen temores con respecto a la cuestión energética, clave en los sectores productores de materias primas industriales

Como se puede apreciar, el fenómeno de la inflación es complejo en sus orígenes pero muy importante a los ojos de la sociedad. Por ello, creemos que es fundamental que las autoridades expliciten claramente cuál es su posición frente al problema, a través de qué mecanismos van a lidiar con las subas de precios y cuál es su compromiso en materia inflacionaria.

En lugar de reaccionar intempestivamente, el combate contra la inflación requiere un diagnóstico y un rumbo claros. Despotricar e intentar imponer por la fuerza lo que a la larga resulta inconsistente con la realidad no resulta una buena política y crea una suerte de psicosis colectiva, injustificada en vista de las condiciones macroeconó-micas imperantes. En lugar de ello sería mejor que el Gobierno hiciera pública su lectura de la situación en el corto, mediano y largo plazo y que comunicase las medidas a tomar para cumplir con sus objetivos. Así podría comunicar que la suba de precios es lógica luego de una crisis estructural como la vivida y dado el ritmo de crecimiento actual. También, que en vista de las necesidades de empleo existentes no ahogará el crecimiento con medidas contraproducentes, por lo que la inflación del año en curso podría ser levemente superior al 10%, pero que se tomarán los recaudos necesarios para que converja en forma rápida a valores inferiores al 10% y disminuyendo aún más en el largo plazo.

En resumen, creemos que la reaparición de la inflación merece toda la atención por parte de las autoridades, pero no debe generar pánico ni ser usada por los escépticos de siempre para desacreditar esta política económica.

La solvencia fiscal y el FMI. Desde la crisis de fines de 2001 las finanzas públicas han mostrado una notable mejoría. Los factores que han contribuido en este sentido son variados, pero no caben dudas de que la austeridad que han exhibido las autoridades ha sido uno de ellos. Las cuentas fiscales pasaron así de un déficit primario promedio del 4,1% del PBI en el período 1960-1990 y de un resultado equilibrado en los diez años de la convertibilidad, a superávit crecientes del 0,7% en 2002, 3% en 2003 y 5,2% en 2004.
Pero el entendimiento de la solvencia fiscal no puede concentrarse en el análisis del superávit primario actual, ya que este concepto ni siquiera incluye los servicios de la deuda (intereses más amortizaciones). La solvencia fiscal, entendida como la medida en que el Estado es capaz de cumplir con sus obligaciones, debe pensársela desde las posibilidades de cubrir las necesidades de financiamiento a lo largo del tiem- po. Se trata, por ello, de un fenómeno amplio, de carácter intertemporal, que necesariamente debe incluir las perspectivas de crecimiento de la economía (y en consecuencia de los ingresos del Estado), las obligaciones financieras derivadas de desequilibrios pasados que deben abonarse en el futuro (cargas de la deuda) y las posibilidades existentes para refinan-ciar los vencimientos de capital.

La reciente reestructuración de la deuda pública ha sido un paso muy importante en pos de la consolidación fiscal. Como resultado de este proceso no solamente se logró una significativa disminución del capital (del orden de los US$ 55.000 millones) sino que se redujo notablemente la carga de intereses (del 3,8% del PBI en 2001 al 1,8% en 2005) y se extendieron los plazos de los vencimientos (que aumentaron 2,5 años en promedio). De esta forma, las obligaciones derivadas de esta reestructuración no ahogan el crecimientoeconómico futuro. Y, como muestra la experiencia de los años noventa, no hay solvencia fiscal posible en una economía que no crece.

El otro elemento favorable del proceso de reestructuración es que las características de la nueva deuda permiten reducir la vulnerabilidad de las cuentas públicas a eventuales shocks externos, ya que se reduce la exposición a fluctuaciones bruscas del tipo de cambio y a subas en las tasas de interés internacionales. La reestructuración de la deuda nos ha dejado un saludable aumento de la proporción de la deuda pública denominada en pesos (que pasa del 3% al 37% del total) y de la establecida a tasa fija (aumenta del 60% al 70%).

Pese a estos avances significativos, la solvencia fiscal dista de estar garantizada. La deuda pública luego del defau.lt alcanza el 82% del PBI, un nivel todavía elevado desde una perspectiva histórica y en la comparación internacional. De la misma manera,
las necesidades de financiamiento de los próximos años no están cubiertas. La exigencia financiera que representa la situación actual de pende de la estrategia que sigan
las autoridades en relación con la deuda contraída con el FMI,
dado que los vencimientos de capital con este organismo hasta el año 2008 suman nada menos que US$ 13.500 millones.

La poca profundidad del sistema financiero local y el todavía restringido acceso a los mercados internacionales de capitales ponen en duda la sustentabili-dad de insistir en la estrategia de "desendeudamiento rápido" con ese organismo. En ausencia de un acuerdo con el FMI, la brecha de financiamiento del Gobierno nacional para los próximos cinco años podría superar los US$ 7.600 millones anuales (un 3,7% del PBI en promedio). Este financiamiento podría surgir naturalmente de la obtención de un mayor superávit primario, pero cabe preguntarse si no existen otras prioridades para un país con un gran deterioro social y un nivel de infraestruc-ra insuficiente.


Este análisis indica que puede resultar conveniente convivir con el FMI durante algunos años. Aunque esto no se trata, sin embargo, de una necesidad imperiosa. Durante la convertibilidad, la Argentina colocó en los mercados financieros (locales e internacionales) montos muy superiores a los que vencen con el FMI en los próximos años. Podría seguir esa política en esta oportunidad, pero las condiciones financieras serían significativamente peores a las vigentes con el FMI.
Por eso sería inteligente seguir una política de desendeudamiento paulatino para poder desentenderse de los consejos y las presiones de dicho organismo sólo en el mediano plazo. Está claro que la mejor opción consistiría en poder prescindir del FMI sin generar otros inconvenientes, ya que la tutela de este organismo ha resultado históricamente cara por los condicionantes que suele intentar imponer. La diferencia radica en que estos años de disputas y mayor independencia del organismo han sido exitosos en términos del desempeño económico del país y que tanto los aciertos de las autoridades argentinas y los yerros del organismo, como el humor internacionalcon respecto al FMI, dejan a este último con poco poder relativo para establecer exigencias alejadas de la realidad.

Digamos primero que González Fraga es candidato permanente a cualquier cosa (en el BCRA o en el MECON) y que Lousteau asciende como un meteorito la escala de la administración pública. Así que lo digan hay que leerlo, cuando más no sea por el peso público - potencial y real - de ambos.

Primero, es interesante que GF y L acepten que las tasas de interés tienen que subir, aunque sea sólo "razonablemente" (¿Quién puede estar en contra de lo razonable? Aunque desde el punto de vista técnico no significa nada). Y me extraña que estos sean párrafos tomados de SIN ATAJOS ya que, por lo que recuerdo del libro, era muy enfático en la noción de tasas de interés bajas. Segundo, hay que destacar también que GF y L adhieren a la visión de que lo que importa es el tipo de cambio real multilateral (como corresponde) y no el tipo de cambio real unilateral (cotización del dólar dividido la inflación doméstica) que es lo que reclaman la UIA, Peirano y Curia. En ese sentido, también sugieren que tal vez el tipo de cambio se haya depreciado innecesariamente empujando los precios (tampoco recordaba esta moderación en el libro pero la memoria juega malas pasadas).

Ahora, mis objeciones. Dicen que la economía está abierta... no a las importaciones seguramente a este nivel de tipo de cambio real recontra alto. Dicen que hay hacer valer la ley de defensa de la competencia pero la inflación es siempre y en todo lugar un problema macroeconómico y no como creen periodistas tipo Montenegro que hacer política antiinflacionaria es ocuparse del mercado de los supermercados. Dicen que hay que aumentar la oferta (¿y a quién no le gustaría?) pero ¿por qué aumentar la oferta de bienes transables va a bajar la inflación si el precio de estos bienes es la paridad de exportación?.

Lo del título.

sábado, 5 de noviembre de 2005

Merecimientos

Ayer, luego de los disturbios, el Intendente de Mar del Plata Daniel Katz decidió "dar la cara" y se acercó a la zona donde estaban los vecinos perjudicados para decirles que el Estado (es decir, todos nosotros) se haría cargo de los daños (que fácil es solucionar problemas con la plata ajena Katz). La gente lo rechazó. Katz sabía que eso podía ocurrir. Escuché al Intendente en el programa de Guinzburg ANTES de acercarse a la zona de los daños. Allí cerró su participación diciéndole a Guinzburg: “hablamos el lunes si la gente no me caga a patadas”. Luego escuché en el programa de Carnota como la gente intentó cagarlo a patadas. Y a la noche vi en TV como el intentedente buscaba evitar, casi desesperado, que lo cagaran a patadas. Todo lo que puedo decir es que se merece que lo caguen a patadas. ¿Para qué fue a ver a los daminificados en el peor momento?

El peligro de ser zurdo

El Presidente Chávez habló más de dos horas en la cumbre lo que me lleva a la siguiente reflexión: ser de izquierda puede ser muy peligroso en tiempos de gobiernos totalitarios pero no parece ser menos peligroso en estos tiempos. Incontinencia verbal que le dicen. Imagino que se soluciona con algodones en los oídos.

lunes, 31 de octubre de 2005

Dios existe

Leandro Zanoni, autor de eblog, nos regaló en su blog un video de Diego Maradona bailando, con y sin pelota, al son de la música de moda en la previa a un partido del Nápoli.

Después de verlo, y enjuagar las lágrimas, mi agnosticismo se transformó en un profundo fervor. Dios existe.

jueves, 27 de octubre de 2005

¿Por qué hablan de lo que no entienden? (por una prensa menos ideologizada)

The trouble with the world is that the stupid are cocksure and the intelligent are full of doubt. Bertrand Russell

Esta mañana, en su programa en FM Aspen, Román Letjman le hizo un reportaje a Alberto Fernandez, el Jefe de Gabinete, para consultarlo sobre el costo del endeudamiento que pagó ayer el gobierno argentino en la colocación de Boden 15. Letjman empezó el reportaje pidiéndole a Fernández que le explicara el significado de Boden... ¿BOludos DE Nuevo? El argumento de Letjman, voy a resumir, fue que 1) pagamos una tasa muy alta "de nuevo", 2) que este es un piso para la tasa a la que pueden conseguir créditos las familias o las PYMES ("hoy se presta al 16%", dijo indignado), etc., etc.

La primera decepción fue que Fernandez no dijo nada que responda el argumento progre de Letjman. "Ese es el costo que podemos pagar hoy", "es el riesgo del país", etc., etc. Es decir que no se le ocurrió decir la primera cosa obvia: no fue una colocación de mercado sino a una tasa menor (cada inversor que comprara este bono perdía más o menos el 5% en relación al rendimiento del bono en el mercado). La compraron amigos como el gobierno de Venezuela o el Banco Nación.

Luego, a Fernández se le podría haber ocurrido preguntarle a Letjman si sabe que hay una relación entre la tasa de interés que se paga por un préstamo y el plazo. El Boden 15 paga el capital a los 10 años. ¿Realmente le parece tan alta? ¿Sabe Letjman cuánto paga México, o EE.UU. por un plazo parecido? Por ejemplo, el costo del financiamiento a 10 años para los norteamericanos es algo así como 4.5%. Pero es anormalmente bajo porque los bancos centrales asiáticos acumulan bonos del tesoro de los EE.UU. con el objetivo de mantener sobrevaluado al dólar. El diferencial de rendimiento entre un bono argentino y un bono libre de riesgo es alrededor de 4% - 4.5%. No es muy alto.

Los niveles de tasas de interés tampoco son muy altos. Son, por ejemplo, mucho menores que los del mega-canje donde, en algunos casos, se pagaron costos entre 14% - 16%.

¿Qué quiere Letjman? ¿Pagar lo mismo que Suiza que, en lugar de deuda externa es un acreedor neto? ¿Y por qué Fernández no sabe responderle?

Pero hablan como si supieran. Nada. La cita de Russell.

sábado, 4 de junio de 2005

Tengan miedo... mucho miedo

No hace mucho escribí aquí que Ibarra debía responder las siguientes preguntas:

¿Qué pasa si no junta las 520,000 firmas? ¿Fracasó o triunfó?
¿Qué pasa si la mitad más uno de los votantes le dice que se vaya?

No lo hizo (nunca pensé que lo fuera a hacer realmente).

Ahora dice que "no sueñen con una renuncia anticipada del jefe de Gobierno".

Bue, si no podemos soñar no nos quedará más remedio que tener pesadillas con el Jefe de Gobierno como protagonista principal.

sábado, 28 de mayo de 2005

Paris Texas


Paris con la carne en la boca Posted by Hello

Que los norteamericanos son pacatos ya se sabe. Que ese puritanismo barato se exacerbó con el Presidente Arbusto, que duda cabe.

El último ejemplo es el comercial televisivo de una hamburguesa protagonizado por Paris Hilton lavando un Bentley negro. Los TFP del Norte se largaron a promocionar el aviso con sus acusaciones. En particular, los buenos muchachos del Parents Television Council que señalaron que el aviso "se corresponde con la definición exacta de pornografía".

Más interesante es la declaración de Melissa Caldwell, la directora de investigación del PTC: "El aviso es básicamente pornografía soft" (...) "La manera en la que se mueve, la manera en la que se pone el dedo en la boca; es muy sugestiva y excitante". Vaya a saber uno que tipo de investigaciones le sugieren esas reacciones.

En fin, una pavada soberana.

El aviso puede verse en el sitio de hamburguesas en una versión corta y en una versión larga.

Déjense de joder y salgan de Irak.

jueves, 26 de mayo de 2005

Tango varón

Sandra Luna canta desde los 11 años en boliches tangueros así que, me parece, tiene derecho a apropiarse del género.

Usualmente, la poesía social no me gusta y rara vez me parece "un arma cargada de futuro" pero en este caso vale la pena un poco:

¿Quién te mintió, primer mundo Buenos Aires,
el de lo shopping, el bacán Puerto Madero...
que al esconderse el sol tras Catalinas,
salen a luz viejos "carritos cartoneros"

Una gran bolsa de arpillera en retaguardia
y por el medio mercancía incomprensible,
adelante manos sucias en las riendas
y en los ojitos tantos sueños imposibles?...

Yo tengo aguante y algo duro el corazón,
pero tus pibes son verdad
No son carton.
De Carlos Cereti/Carlos Buono

viernes, 22 de abril de 2005

Por una prensa menos ideologizada

En Página 12, Maximiliano Montenegro se ocupa de la escalada de conflictos laborales y de cortes de ruta del mes de Marzo. Como una parte importante del aumento se registró en el sector público, Montenegro se pregunta: "¿Qué está pasando con los trabajadores del sector público?" y sigue:
Como lo demuestra el último “Informe de Inflación”, elaborado por el Banco Central, los salarios públicos quedaron muy atrasados desde la devaluación. Según esa fuente oficial, el poder de compra de los estatales cayó casi 30 por ciento en relación a diciembre de 2001. Más aún, la baja en el salario real de los estatales sería comparable a la sufrida por los asalariados “informales o en negro” en el sector privado.
Luego advierte sin embargo que hay alguna objeción para esto de parte de los economistas "ortodoxos":
Los economistas más ortodoxos sostienen que antes de la devaluación los sueldos del sector público eran más altos que la remuneración promedio en las empresas privadas, y que ahora se corrigió ese “desequilibrio”.
Y luego critica este argumento ortodoxo:
Sin embargo, ese enunciado no tiene en cuenta la calificación de los empleos. En Argentina, el nivel de instrucción de los estatales es muy superior al promedio del mercado de trabajo privado. Y por lo tanto, ajustados por calificación o estudios, es lógico que los salarios públicos sean mayores.
La verdad es que el problema de la relación entre los salarios del sector público y del sector privado es mucho más complejo. Menciono simplemente algunos argumentos más. Uno, la estabilidad en el empleo público es mucho mayor que en el sector privado y depende mucho menos de la productividad del trabajador. Si esto es así, el salario debería menor. Dos, la organización de la producción de bienes y servicios en el sector público suele ser más ineficiente que la del sector privado (aunque, hay que decirlo, hay bienes públicos que el sector privado no puede proveer) y por eso los salarios tendrían que ser menores en relación a los del sector privado.

La verdad es que no sabemos cual es la relación correcta y Montenegro sabe que no sabemos, y sabe que el problema es más complejo que su comentario simplista sobre las calificaciones relativas entre ambos sectores. Sin embargo, su posición ideológica, respetable como todas, lo lleva a ensayar una defensa simplista del salario público (¡todos queremos que los que trabajamos ganemos más, públicos y privados!). El asunto es que Montenegro es de los mejores periodistas económicos de la Argentina. De allí que a uno le gustaría que los mejores sean más racionales. Que para decir que los trabjadores del sector público ganan poco (en nivel) no hace falta compararlos con los del sector privado.

lunes, 14 de febrero de 2005

La medida del éxito (o fracaso) de Ibarra

Hasta aquí, Ibarra no precisó que es lo que considera un apoyo o un rechazo de la opinión pública. Ya se sabe que para que la revocatoria tenga fuerza por si misma, más del 50% del padrón electoral de la Ciudad va a tener que manifestarse en contra. Si suponemos que sólo el 70% va a votar toda vez que no es obligatorio, ¡eso significa que Ibarra ya va 30% arriba! Otra forma de ponerlo es que para que triunfe el NO, si realmente vota el 70%, se necesita la negativa de al menos el 70% de los votantes.

Así que Ibarra tiene que precisar hoy:

¿Qué pasa si no junta las 520,000 firmas? ¿Fracasó o triunfó?
¿Qué pasa si la mitad más uno de los votantes le dice que se vaya?

Eso sería un acto de honestidad política.

lunes, 7 de febrero de 2005

¿Lo dice por Macri?

Julio Grondona comentó que el pase de Carlos Tevez al Corinthians puede caerse: “Es difícil, creo. Pero tal vez sea posible”, y luego agregó:"Esta gente llega, hace su negocio y se va, no lo hacen por el fútbol". ¿Lo dice por Macri? Ah, no, era por la plata rusa que compró a Carlitos.

La presión de la sigla

Siempre que se funda una organización es mejor crear una sigla fácil de memorizar y que, además, refleje el espíritu (el ejemplo que me viene a la cabeza es AIDS, la designación en inglés para el SIDA).

A Pino Solanas se le fue la mano o se le quedó la creatividad. En una nota aparecida en Página 12, en la que se ocupa de la empresa estatal de energía ENARSA (otra sigla), Solanas firma como Presidente del M.O.R.E.N.O. o Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora. ¡Qué suerte que no se le ocurrió llamar a su movimiento Mosconi!

domingo, 30 de enero de 2005

¿Sanata monetarista?

Vaya discusión la de estos días: ¿cómo frenamos la caída del dólar?. Argentina año cero.

El periodista Maximiliano Montenegro pone de un lado a los ortodoxos que creen que la expansión monetaria que se produce cuando el banco central compra el exceso de oferta de dólares está produciendo inflación. Del otro lado, ubica a los heterdoxos - mejor representados siempre por el brillante Frenkel - que sostienen que, mientras haya capacidad ociosa, la expansión monetaria no genera inflación.

Hablando de los ortodoxos, es difícil creer que la enorme expansión monetaria de diciembre (unos 3,800 millones de pesos, casi el 8% de la base monetria) ya en ese mismo mes y en enero produjo la acelaración inflacionaria (0.8% de aumento del índice de precios al consumidor en diciembre y la expectativa de más de 1.5% de aumento en enero). La política monetaria actúa con retardo aunque no sepamos bien cuanto: Friedman, el papá del monetarismo, estimaba unos 18 meses.

Frenkel sostiene que la inflación por aumento de la cantidad de pesos es "sanata monetarista", al menos mientras no haya un exceso de demanda generalizado (que es el mecanismo de transmisión). Empecemos por señalar una contradicción. Frenkel sostiene que el banco central debería seguir comprando dólares como hasta ahora y seguir utilizando mecanismos de "absorción monetaria" e introducir controles de capitales. Pero, si la expansión monetaria no genera inflación ¿por qué se utilizaron hasta ahora mecanismos de absorción monetaria (o esterilización como también se los llama) y Frenkel propone que se los siga usando? Esto se parece a decir que coger sin forro no es peligroso pero por las dudas usalo.

La emisión monetaria en la Argentina de hoy es pasiva, muy parecido a lo que ocurría durante la Convertibilidad: entran dólares y se emiten pesos. Frenkel parece decir que si este mecanismo no era inflacionario en la Convertibilidad cuando el multiplicador bancario potenciaba su impacto en la demanda, cosa que no ocurre hoy, ¿por qué habría de serlo ahora? En la economía argentina, la estabilidad en los precios resulta de la estabilidad cambiaria (o, como también se dice, el dólar como ancla nominal).

¿Tendrá razón?

Festejo

Dice Clarín hoy: "Habían pasado las dos de la madrugada del sábado y la gente de Aníbal Ibarra festejaba lo que ya consideraba un éxito político."

Una locura. Y más loco aun no es que sea verdad sino que sea completamente verosímil.