Cosa rara la asociación libre. Apenas terminé de leer esto, me vino a la cabeza la historia que la McCloskey cuenta acerca de como Theodore Schultz se inspiró para su idea del capital humano:
In 1946 Schultz spent a term based at Auburn University interviewing Alabama
farmers in the neighborhood. One day he interviewed an old and poor farm
couple and was struck by how contented they seemed. Why are you so
contented, he asked, though poor? They answered: You're wrong, Professor. We're not
poor. We've used up our farm to educate four children through college, remaking
fertile land and well-stocked hog pens into knowledge of law and Latin. You can
see that we're rich. The parents had informed Schultz that the physical capital,
which economists think they understand, is in some sense like the human capital
of education. (Deirdre
McCloskey, How to be Human*: *Though an Economist).
Pensando en términos de similitudes y diferencias entre el capital humano y otras
formas de capital, no deja de sorprenderme que la educación ocurra. En la "función de producción" de capital
humano no entra cualquier insumo... entra un educador. Hay pocas cosas más difíciles
de definir y, a la vez, más comunes a la experiencia humana que la educación. Sólo el ejercicio de instrospección puede dar cuenta. Además, el capital humano es muy
ilíquido. Cuesta hacerse de los beneficios, no te prestan contra capital humano y es
imposible realizar los beneficios de aquellos que fueron formados. Aún así, el
educador sigue transformando. En tiempos donde los tenedores de riqueza sólo quieren
activos líquidos me sorprende más.
Cosa rara la asociación libre. Ahora releyendo el párrafo, entiendo porque la
Deirdre McCloskey se me vino a la cabeza. En algún momento de fines de los 80, Roberto Frenkel me dio su ejemplar de La
Retórica de la Economía de McCloskey incitándome a leerlo. Roberto lo había leído,
y quería compartirlo y enseñarlo a un licenciado recién
recibido al que casi no conocía. Fue en una oficina sobre la calle Pueyrredón, a la altura de Corrientes, que de a ratos apestaba a tabaco de pipa (el único costo que puedo contabilizar). La oficina es otra pero el educador con su pipa sigue en lo mismo: enseñando.
Cuando hablamos de capital humano, Roberto Frenkel es inmensamente rico. Como pocos.