lunes, 24 de marzo de 2008

Una democracia imperfecta

Hoy dejo de lado los debates (si fue un genocidio; si prescriben los crímenes de los guerrilleros) y los no-debates (si fue una guerra... no lo fue, a que hijo de puta se le ocurre; si una parte del peronismo fascista de aquella época le abrió la puerta a los militares, que duda cabe).

El asunto es simple: hace 32 años, la dictadura empezó a gobernar en forma tan cruel, corrupta e incompetente que las deudas humanas, sociales y económicas que dejó todavía las estamos pagando hoy.

No entiendo el argumento de la reconciliación. ¿Con quién? ¿Acaso puede haber reconciliación con Videla, con Martínez de Hoz, con un torturador? El que la hizo la paga porque bastante pagaron otros en estos años. Y la sociedad sigue pagando. Por el resto, y luego de la tragedia, hay que recuperar funcionalidad con quienes fueron cómplices pasivos de aquel gobierno. Funcionalidad, entendimiento, tolerancia. Pero nada más.

Y empezamos en 1983 el camino de vuelta, con los pasivos del caso. Aprendimos que con la democracia no todos comen, se curan, se educan y trabajan, que volvimos a Miami apenas pudimos así que mejor que no sea tan barato, que pocos bancos se caen pero todos los depósitos se congelan, que la inflación es fea pero el desempleo es horrible, que cuando hay bicicleta financiera la cosa no dura, que emitir contra nada y endeudarse para importar celulares es una boludez, que necesitamos más guita pública y que se consigue cobrándole más a los más ricos (los yankis lo llamaron el Nuevo Acuerdo), que la cosa pública se deteriora aún cuando las cuentas fiscales mejoren, que los políticos no cambian porque la sociedad no cambia y que no se van ni que los echen y vuelven los llamen o no.

Y sí, es una democracia bien imperfecta.

Donde la existencia de un diario no depende de sus lectores sino del capricho del principal avisador, el gobierno. Donde bailar y patinar por sueños es el sustituto de formarse para despertar. Donde el culto por la celebridad llega al límite de que los medios sólo hablan de sí mismos, como si afuera no pasara nada. Donde la educación pública se te escurre por los dedos. Donde cualquiera dice cualquier cosa (servidor incluído) con total impunidad. Donde un tren bala es un disparo al corazón de la última esperanza de usar la guita ahorrada en forma sensata. Donde Grondona o Feinmann (el que los quema, no el que los escribe) todavía tienen aire. Donde el barrio se cierra cada vez más. Donde las estadísticas son voluntad del principal avisador. Donde nadie dice o hace nada sin antes preguntarle al principal avisador.

Pero es, por lo menos, una democracia donde nacen diarios, buenos, malos, efímeros, eternos, oficialistas, críticos hasta la estupidez... pero nacen. Donde las volantas de un desaparecido violentan el olvido. Donde un tipo hace un piquete, el otro no cruza, pero a nadie (a muy pocos) se les ocurre que la voz silenciada es mejor. Donde Moyano es el líder sindical pero es mucho mejor que no tener sindicatos. Donde el intendente es ingeniero y y no un brigadier (aún si la política es la del brigadier). Donde el presidente es abogado de remate y no un general golpista. Donde un peso no compra un dólar pero al menos trae laburo.

En fin, es una democracia imperfecta... que es muchísimo mejor que una dictadura perfecta.

5 comentarios:

  1. Y si es muchisimo mejor.
    un abrazo

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  2. Lo que es perfecto es este texto. Me encantó.

    (¿Cómo alguien que escribe esto puede al mismo tiempo decir lo de gastarse las reservas?) :-)

    Beso

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  3. muy bueno lo suyo olivera
    se lució

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  4. el feinmann que escribe tiene, en cierto sentido, más vigencia que el que quema... lo cual no deja de ser preocupante.

    Muy bueno, saludos.

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  5. Ese es el Olivera peronista que conocimos en la UES!

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