miércoles, 31 de diciembre de 2008

Extinguida el alma antes de la muerte anónima

Juan Forn nos recuerda a Primo Levi en momentos necesarios (fin de año, Gaza). Las crónicas de Levi eran... crónicas, casi asépticas... pero no prescindían del narrador-parte tanto como Forn sugiere en su artículo (o Levi pretendía). Y eso se prueba en las propias citas elegidas por Forn de Si Esto es un Hombre. Hay tantas para elegir. Aquí, la mía:

Cuando se está trabajando se sufre y no queda tiempo de pensar: nuestros hogares son menos que un recuerdo. Pero aquí tenemos todo el tiempo para nosotros: de litera a litera, a pesar de la prohibición, nos visitamos, y hablamos y hablamos. El barracón de madera, cargado de humanidad doliente, está lleno de palabras, de recuerdos y de otro dolor. Heimweh se llama en alemán este dolor, es una bella palabra y quiere decir «dolor de hogar».

Sabemos de dónde venimos: los recuerdos del mundo exterior pueblan nuestros sueños y nuestra vigilia, nos damos cuenta con estupor de que no hemos olvidado nada, cada recuerdo evocado surge ante nosotros dolorosamente nítido.

Pero adónde vamos no lo sabemos. Tal vez podamos sobrevivir a las enfermedades y escapar a las selecciones, tal vez hasta resistir el trabajo y el hambre que nos consumen: ¿y luego? Aquí, alejados momentáneamente de los insultos y de los golpes, podemos volver a entrar en nosotros mismos y meditar, y entonces se ve claro que no volveremos. Hemos viajado hasta aquí en vagones sellados; hemos visto partir hacia la nada a nuestras mujeres y a nuestros hijos; convertidos en esclavos hemos desfilado cien veces ida y vuelta al trabajo mudo, extinguida el alma antes de la muerte anónima. No volveremos. Nadie puede salir de aquí para llevar al mundo, junto con la señal impresa en su carne, las malas noticias de cuanto en Auschwitz ha sido el hombre capaz de hacer con el hombre.


Hay pocos libros de los cuales es tan fácil, y a la vez tan difícil, elegir una cita.

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