El analista de riesgo y matemático británico Stephen Wheeler sostiene que existe un nivel natural de actividad económica, y que por encima o por debajo de ese tipo de actividad, el riesgo crece exponencialmente. En consecuencia, una actividad enteramente nueva, sin precedentes ni previsiones financieras, tendría aproximadamente un 100% de riesgo de fracaso. Añade a su análisis el hecho de que la confianza no constituye un estado natural, al menos en el sentido de que lleva mucho tiempo y actividad adquirirla y se la pierde instantáneamente. Alineando el concepto de “nivel natural de actividad económica” con el de “fluctuación de la confianza”, resulta que el exceso de confianza ocasiona un riesgo sistémico y que los países centrales han venido sufriendo un efecto de “sobreconfianza” desde la Revolución Industrial. Mirado con los ojos responsables de “un buen hombre de negocios”, está a la vista que sistemas financieros y de negocios como los “derivados”, el mercado accionario y actividades bancarias basadas en la hipervaloración de activos inmobiliarios sólo fueron posibles por una hipertrofia artificial de la confianza con un correlativo aumento del riesgo.
Así las cosas, cuando el exceso de confianza se pierde, la confianza carece de un nivel natural sobre el que caer y reposar, y es reemplazada por la desconfianza. Es curioso comprobar que si bien la palabra confianza posee su equivalente en inglés (confidence), la expresión disconfidence no figura en ningún diccionario. En estas condiciones generales, el proceso de toma de decisiones pierde naturalidad, se torna crecientemente coyuntural, abandona la pretensión sistémica y se materializa en actos erráticos. En la práctica, esto se traduce en órdenes institucionales que se llevan a la práctica y se convierten en hechos, sin que la decisión que debería precederlas haya sido tomada con bases sólidas. Cuando el asesor económico de Obama, Lawrence Summers, animó a los gobiernos de todo el mundo a inyectar más dinero en la economía, según el Financial Times lo hizo priorizando la urgencia al objetivo de combatir los desequilibrios globales responsables de la actual crisis económica.
No puedo empezar a desentrañar las confusiones, tal vez bien intencionadas, que pululan por esta cita. Pero la fuente de las confusiones son dos. Una, la creencia de que la práctica puede hacer un buen economista, incluso mejor que los acádemicos. Dos, en particular en este caso, el delirante Wheeler citado por Bielsa y que dicen influencia a los K (por lo menos, lo cita aprobatoriamente un K). El que tenga dudas, que lo lea... (prefiero leer a Derrida).
¿Quiere decir qué hay que tener un título de economista? No, para nada. Hay que estudiar economía, formal o informalmente, pero con seriedad.
Bueno, por ahí me equivoco y el verdadero autor del artículo es Marcelo, y no Rafael. Después de todo, el motto de este blog fue y será:
"Es difícil ser un experto en una disciplina que todo el mundo entiende. Puede ser aún más difícil ser un experto en una disciplina que todo el mundo cree que entiende. En este sentido, no envidio a los técnicos de fútbol porque ser economista tiene algún parecido" (Franklin Fisher)
Muy bueno el post.
ResponderBorrarLos hermanos Bielsa son una prueba mas de que pasarse la vida estudiando puede ser al pedo.
Coincido con lo ultimo. No necesariamente el que lleva el titulo de economista es quien entiende mejor de economia. Hace unas semanas, discutiamos eso en nuestro blog. Hay gente que sin pasar por los manuales clásicos hace muy buen análisis económico. Y hay gente que pasó y estudió de ellos y no lo quiere aceptar.
saludos.
y agrego:
ResponderBorrar"El funcionario de aduana Adam Smith, el agente bursátil y terrateniente David Ricardo, el clérigo Thomas Malthus, el filósofo y abogado Karl Marx, el bachiller en ciencias y crítico literario Leon Walras, Dr en Leyes Friedrich Hayek y los argentinos Sr. Contador Raúl Prebisch, Sr. abogado Julio Olivera, el comerciante Silvio Gessell, los Ingenieros Alsogaray, Diamand, Alejandro Bunge, Canitrot, García Olmo, Guido Di Tella, Grupe, Lucio Reca y el Abogado Roberto Cortes Conde, adhieren a tu post."
Frank, tu especialidad es la de leer sin entender nada. Olivera dice bien clarito: "¿Quiere decir qué hay que tener un título de economista? No, para nada. Hay que estudiar economía, formal o informalmente, pero con seriedad." Pero vos entendés justito lo contrario.
ResponderBorrar¿Qué entendés por estudiar economía por seriedad? ¿Leer un buen manual de micro o el Financial Times?
Y seguís insistiendo con que Adam Smith era aduanero...
Olivera, desasná un poco a esta gente. Están más allá de mis posibilidades didácticas. Si no lo conseguís vos, están más allá de las posibilidades de cualquiera.
Frank:
ResponderBorrarDecís: "pasarse la vida estudiando puede ser al pedo"...
No, no fue esto lo que quise decir. Pasarse la vida estudiando es una forma de aprender economía, aunque a mi juicio los economistas excelentes miran más el mundo que las abstracciones.
La cuestión de la interrelación entre el conocimiento práctico y el conocimento analítico/abstracto es sumamente compleja y los epistemólogos no acuerdan, mucho menos nosotros.
Pero estudiar mucho es condición necesaria para ser un buen economista. Lo que dije es que el estudio formal de economista no es la vía regia a ser un economista excelente, necesariamente.
Adam Smith no fue un funcionario aduanero así como Albert Einstein no fue un funcionario de una oficina de patentes.
El problema con Rafael Bielsa es que es un diletante de la economía y se le ocurre citar, como fuente, a Wheeler, que sólo los K pueden escuchar seriamente. A las pruebas... allí están sus textos para que los lean.
Justamente Alsogaray es un ejemplo en contrario: lejos de ser un economista crítico, el ingeniero era un recitador acrítico de versiones lavadas y simplificadas de la economía austríaca y el monetarismo en mezclas variadas. Eso sin mencionar su pensamiento político que, antes que liberal, era retrógrado por ser suave.