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domingo, 8 de junio de 2008

Rossismo

Hace tiempo que quería escribir sobre Agustín Rossi. Ultra-Kirchnerista no es el prototipo de un legislador usualmente caracterizados por la labia y la retórica. Rossi parece, más bien, un político de barricada, lejos de payasadas ilustradas del tipo de la Coordinadora o cosas así, sin grandes cargos y sin figurar hasta llegar al Congreso de la Nación.

Me parece que Rossi es un fiel representante del gobierno. Ya no me engaño: aunque sea una sociedad política, el estilo y la sustancia no son la hegeliana cargada en Louis Vuitton y Armani sino el abogado hipotecario obsesionado con las rajaduras del poder (en el doble sentido de las grietas y las huídas, que son parte de la misma cosa).

Hace tiempo lo sigo a Rossi. A veces me parece simple (virtud); a veces esa simpleza se transforma en un razonamiento simplista e incluso primitivo (defecto) y, me parece, por su propia vocación. Es como si te dijera: esto es la política, no me jodas.

No te jodo. Esto es la política para el gobierno, no me jodas. Bien representada en el debate que apareció en Crítica por la siguiente interrupción de Rossi a un representante de la iglesia que transcribo:

"Marcó: –El problema es el fondo de las formas democráticas. Arranca en los superpoderes que el Congreso le otorga al Ejecutivo para fijar impuestos que teóricamente son una potestad del Legislativo. Me parece que en la democracia, el disenso...

Rossi (interrumpe): –Decime un país que funcione como vos querés."

A ver sí se entiende. El tipo le pintaba un pais deseable y Rossi le contestó que era imposible... peor, le contestó que era imposible acá y en cualquier parte del mundo.

Me anticipo al argumento de realpolitik: ¿y qué querés? ¿qué hagan política citando un libro de texto de ciencia política, de buenas prácticas?

Y este es mi problema básico con el Kirchnerismo, tal vez con el Peronismo. No se trata de que negar que el mundo fue y será una porquería, de negar que hacer política económica en Argentina cuando te fugan capitales por 3% del PBI en tres trimestres es imposible, de negar que el clientelismo político cumple una función (como sugiere, entre otros, Javier Auyero), de negar que los "buenos muchachos" están por todas partes, que tenemos una burguesía que vende sus empresas al mejor postor sin vocación y un campo al que nunca le fue mejor y que nunca se quejó tanto. No, todo eso es cierto y probablemente sea peor, mucho peor (por ahí, Obama ni siquiera es el cambio).

El asunto es que parten del supuesto que todo eso es completamente inmodificable y hay que parecerse en el mejor de los casos (y lo llaman pragmatismo) o que todo eso está bien y lo potencian en el peor (y se llama cinismo o, quizás, rossismo).

Y en esto, no puedo estar de acuerdo.