Reportaje a Sandro en La Nación. Sandro viene haciendo alarde de su relación de palabra con sus representantes y el periodista pregunta:
–Roberto, ¿no tenés algún departamento para alquilarme? Seguro que no me pedirías ni el mes de depósito ni garantes.
Y responde Sandro:
"–Garantes… Me hacés acordar de un cuento… Ahí va: don Salomón acaba de cerrar la venta de una casa. Sale de la inmobiliaria con los ojitos brillantes. Un tipo que pide limosna lo ve y piensa “éste tiene guita”. Salomón sube al auto; toc toc, baja la ventanilla, “¿qué pasa...?” “Mire, señor, le pido humildemente una ayudita para alimentar a mis hijitos.” “¡No tengue plata, viejo!” Y le sube el vidrio. El otro vuelve a golpear: “Pero mire, cuatro hijitos, se lo pido por Dios...” “¿No te dije que no tengue plata?” “Un pesito, señor…” “¿En qué te tengue que hablar, en yiddish? ¡No tengue!” Sube el vidrio. Toc toc… “Señor, ¡se lo pido por Dios y por la Virgen!” “Ah, bueno, con dos garantes es otra cosa!”… Ja ja... Estábamos hablando del honor, de la palabra… Esto es muy sencillo: el mayor capital que puede tener un humano es la confianza de otro humano. Si perdiste eso, perdiste como loco."
Se ve que los años no vienen solos. Cuando me pase, just shoot me.
Miralo a Sandro, el chiste es un poco pavo pero muestra que conoce que el Capital Social también es importante.
ResponderBorrarCurioso Ana. Yo, en cambio, lo lei como un caso del deterioro del capital social dado que una persona pública cuenta un chiste basado en el prejuicio.
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