martes, 22 de junio de 2010
Palermo Soho
Nueva York, Soho. 2:15pm (hora local), voy asomándome a bares, restaurantes y cafés, buscando un grupo de camisetas celestes y blancas para ver el partido amuchado. Novecento - reducto argento rico en el Norte - ya no tiene lugar y me voy al lado, tano, más regado. Híper-conectado a todos los chats, financieros y populares, globales y locales. En el restó italiano, los argentinos somos muchos pero no todos. Algún griego, muchos europeos rubios algunos casi albinos, probablemente nórdicos. A los no-platenses, los llama Messi, Diego, la curiosidad pero no la pasión. El partido va bien a no ser por el 7 griego que pasea por el fondo de la defensa argentina. Diego entiende que Messi tiene que volantear menos, saca al Kun y pone a Pastore casi como retomando ese 4-4-2 que Tevez obligó a abandonar a último momento. Inmediatamente, Demichelis le da la razón al tozudo Maradona, tal como lo había hecho Heinze antes, como si cada elegido y cuestionado se esforzara en devolver al D10T su gracia. Messi se suelta un poco más. El murmullo, se calientan los chats. La electricidad. Se viene Martín. Algún bostero se suelta, otros aplaudimos. Contenidos. No queda mucho partido para el Loco. Pasa la primera. Y en la segunda que empalma -decir con la de palo no tiene sentido - la manda a guardar.Nos deschavamos los bosteros y gritamos y abrazamos como si fuera otra Libertadores. Los hinchas de River festejan, se agarran la cabeza y se miran incrédulos. Y explota el Soho. Palermo Soho.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Palermo ... ya es hasta extraño todo lo que le pasa a uno con este tipo que nos hace abandonar el cinismo ...somos pibes por él. Gracias!
ResponderBorrarEl gol fue tal como lo imaginé cuando entró. Como lo imaginamos todos, supongo...
ResponderBorrar