lunes, 5 de julio de 2010

Aritmética desagradable

A veces la aritmética más sencilla alcanza: en un sistema de reparto donde a cada jubilado lo financia un trabajador y medio que aporta poco más de un cuarto de su salario, es imposible darle el 82% móvil. Lo explicó con claridad Juan Carlos de Pablo: si los activos aportan un 27% del salario y hay 1.5 por pasivo, lo que puede efectivamente repartirse es poquito más de 40% del salario.

Obviamente, al "reparto" podrían agregársele otras fuentes (y hay propuestas para todos los gustos) como i) el superávit de la ANSES excepto que no es permanente y se dedica ahora a financiar la asignación universal por hijo; ii) la disminución o eliminación de los subsidios a los más pudientes pero parece que hay restricciones políticas; iii) cualquier aumento de impuestos como, por ejemplo, transacciones financieras, eliminación de exenciones o cuestiones por el estilo; o iv) reducir fuertemente la informalidad laboral (como, por ejemplo, hizo Brasil).

A nivel consolidado - gobierno nacional y provincias - ya tenemos déficit así que el margen de maniobra, sin nuevas fuentes de financiamiento, es limitado. Los números de la seguridad social no ayudan.

Habrá a quienes les guste hablar de subordinar la economía a la política pero, en este caso, es mucho más difícil: lo que habría que torcer son las leyes de la artimética que, desagradables o no, implica ya agarrárselas con la lógica. No sería la primera vez.

8 comentarios:

  1. Lo que olvidan JCDP, Maxi y vos, es que desde hace muchos años (antes del 94) el 45-50% de los ingresos del sistema son impuestos generales, asi que esa aritmetica (relación aportante/beneficiario) quedó demodé.

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  2. Julian,
    está claro que el régimen de reparto no tiene futuro alguno. La única manera es un sistema de capitalización (bien administrado, por favor). Pero ese sistema requiere un largo periodo de transición en que subsistirán jubilados de reparto mientras los aportes van al sistema de capitalización, por lo cual se genera inevitablemente un déficit en el sistema de reparto (que será mucho mayor si se aplica el 82% móvil), y ese déficit solo en parte se puede financiar con mayor eficiencia de la recaudación y del gasto público. El resto tendrá que financiarse con deuda pública. La deuda adicional, por suerte, puede ser una inversión adecuada para el propio sistema de capitalización (siempre que le aseguren que no le harán alguna manganeta en el camino, como fue la pesificación, o la falsificación del CER vía intervención del INDEC).
    Estoy hablando de capitalización versus reparto, y no de quién debe administrar el sistema. En teoría podría ser público, o a través de empresas con participación de trabajadores y jubilados en el directorio, aunque siempre con gerencia especializada y despolitizada (¿es mucho pedir?).
    Musgrave, es cierto que se financia con impuestos generales, pero eso no es lógico. El sistema debe ser autofinanciado para ser sostenible (imaginate por ejemplo que la mitad del salario de los trabajadores privados proviniera de impuestos generales: no sería muy lógico ni sostenible). El Estado es sostenido por la economía, y no a la inversa.

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  3. Mus:
    No puedo hablar por el resto pero me imagino que ellos también tienen bien claro como se financia la seguridad social en Argentina. La entrada es normativa y no positiva. Si fuera estrictamente un sistema de reparto, las contribuciones del empleador y el empleado deberían financiar a los pasivos. Luego, nosotros tenemos variantes diversas: entre ellas, un ex sistema de capitalización financia a uno de reparto.

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  4. Perdon, puse Julian en vez de Javier. Mis disculpas, Javier.

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  5. Héctor:
    Tengo muchas dudas acerca de la viabilidad de un régimen de capitalización en un país con mercado de capitales prácticamente inexistente. Sólo una: ¿dónde invierte? Porque si la respuesta es en deuda pública, entonces ya lo tuvimos y no funciona. Es tema de otra entrada.

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  6. disculpen que me meta
    pero el sistema argentino era de capitalización hasta mediados de los 80, cuando ya no quedó un cobre.

    No confundir sistema de capitalizaciòn "fully funded" con sistema de capitalización individual

    El primero es la norma aplicada en todos los paises desarrollados, algunos de los cuales están mutando al reparto "as pay as you go" porque tambien quiebran.

    El segundo cap ind es lo que se aplicó en arg y lo que se aplica en chile
    pero son dos cosas distintas

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  7. Javier,
    todo está conectado. Desarrollar un mercado de capitales local, con acceso desde y hacia el mercado financiero mundial, es un requisito indispensable para existir como país en la economía globalizada actual (y en la cada vez más globalizada economia que se viene). Pretender un sistema jubilatorio sostenible en una economía delirantemente dedicada a "vivir con lo nuestro" es absurdo.
    Entrar en la globalización es esencial para muchas cosas, incluso el crecimiento económico y la reduccíón de la pobreza, pero sobre todo para el sistema jubilatorio que requiere --como bien decis-- un mercado de capitales. Paradojas de la economía contemporánea...

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  8. Y mientras desarrollamos un mercado de capitales local (empezando por darnos una moneda que sirva para ello), ¿un sistema de capitalización no podría invertir a la manera del chileno, es decir, en un porcentaje considerable en el exterior? Sin ser un experto en el tema, siempre me pareció que en el sistema de los 90s se mezclaron dos objetivos: 1) proteger los ahorros de los futuros jubilados (lo que debería haber incluido la posibilidad de invertir mucho fuera del país para diversificar el riesgo de los ahorristas) y 2) "crear", artificialmente, un mercado de capitales local con estos inversores institucionales cautivos. Predominó 2) y cuando el gobierno de turno necesitó financiamiento desesperadamente y Cavallo empezó a obligar a prestarle, se terminó 1) y, pocos años después, todo el sistema.

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