sábado, 24 de octubre de 2009

Financiación o dependencia

Ramble Tamble y Montenegro, en sendos artículos, cuentan la historia de un Kirchnerismo que, a los efectos de sostener la heterodoxia interna recurre a la ortodoxia externa (con límites y algo de verguenza).

De hecho, mi lectura del Kirchnerismo a partir de Ramble, es la de un ¿movimiento? pragmático antes que ideológico, y (relativamente) flexible a los tiempos y necesidades. ¿No fueron características del propio Perón acaso al comparar las dos primeras presidencias?

Después de todo, nos enseñó Heymann, que decía el sueco que decía Maynard, que un estado quebrado no puede hacer políticas keynesianas que, entre otras cosas, conlleva colocar deuda a los que tienen ahorros (stock, riqueza, llamalo como quieras) para financiar el consumo de los que viven de su salario y de los que perdieron el salario. Un puente intertemporal que no puede cruzarse si no hay credibilidad para emitir los bonos. La alternativa, la tributación agresiva a los rentistas, tiene efectos recesivos aún cuando uno se ponga muy kaldoriano, y está bien de largo plazo, pero no es buena política en el medio de la recesión.

Dejando de lado algunas barbaridades estructurales que se siguen llevando adelante (despilfarro de languidecientes reservas de petróleo y gas, utilización del ahorro de la seguridad social para financiar gasto corriente), el retorno al financiamiento (tal vez contingente) para suavizar la transición es una interpretación posible (y una buena) del kirchnerismo hoy. Más adelante pediré algo de moderación fiscal y moderación en la utilización de los fondos públicos como si fueran propios o privados.

Si esta interpretación es correcta, Boudou va a recorrer (ya empezó) un camino más largo que sus predecesores alineados también entre los jóvenes brillantes (el desarrollista y el otro bon vivant). Y más largo también que mi propia expectativa. Bienvenido sea aunque, insisto, dudo que hagan algo en serio con el INDEC.

Por las dudas, repito que no conviene pedir plata en moneda dura, a menos que la tasa baje mucho, mucho, mucho, opinión luego reforzada por un mejor economista que es Mario Damill.

Me parece que hay que encontrar un equilibrio entre la propuesta generosa a los bonistas (que maximiza la aceptación) y la tacaña que nos deja arañando el 50% porque la reapertura del canje, y que la reapertura del canje no debería hacerse sólo con la derecha (como la ley de medios o el presupuesto requerían mejores mayorías). Pero a esta altura, y salvo que nos quedemos en algún extremo, detalles.

E la nave va, y es bueno que sea así.

Avanzar en la reapertura de fuentes de financiamiento (ojalá sólo contingentes si la recuperación es el doble de la que espero) y la convergencia posible para un plan financiable de seguridad alimentaria son dos buenos pasos.

Dos pasos aparentemente contradictorios para la derecha y la izquierda más ideológica, pero profundamente complementarios en esta coyuntura que nos toca. Espero que se entienda y se asuma porque la ambigüedad y la esquizofrenia tienen costos altos.

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